Capítulo 1
¿Cuándo una niña se vuelve mujer? las chicas tenemos la capacidad de madurar a una temprana edad y rápidamente. Lo han comprobado con estudios científicos y comparaciones reales. Quiero decir... es evidente ¿no? Solo hay que ver a una niña de trece años como madre, ama de casa o esposa. O a una de dieciocho con las ideas claras sobre la vida. Con eso nos queda claro que cualquier niña se convierte en mujer cuando la experiencia le hace madurar. En mi caso, fue la sexualidad lo que me convirtió en mujer. Fue con la sexualidad cuando supe que a los dieciseis años no era más que una niña ingenua intentando comerse la vida como alguien mayor. Fue la sexualidad lo que me abrió los ojos a los placeres de la carne y a otros placeres más intensos relacionados con la vida, el amor, el compromiso, la confianza y la dignidad...
Una vez alguien me dijo que me enamoraría perdidamente de la persona que me quitaría la virginidad, es por eso que casi todas las chicas se enfocan en encontrar a la persona perfecta para realizar este acto esencial y cargado de amor. Ninguna quiere sufrir. Niguna quiere sentirse no correspondida. La verdad es que sí me lo creí. Por un tiempo creí que debía encontrar a ese individuo con el que compartir el amor. Debía hacer lo que en la sociedad estaba considerado como "correcto" para no sufrir. Dejarse penetrar por primera vez era algo que te cambiaba la vida radilcamente. Era como la primera regla, el primer interés romántico, el primer beso, la primera cita... Acciones que si te gustaban, más valía poder repetirlas, y si no te gustaban, solo tenías que aceptarlas y vivir con ellas. Hacer el amor para mí no era solo tener sexo, al contrario, era más que eso. Era comprometerse a la persona y al acto, era confiar ciegamente y mantener mi dignidad intacta. Hacerlo sabiendo que todavía mantenía la paz interior. La paz con Dios.
Por eso decidí enamorarme como era debido. Dejar mi corazón abierto a cualquier persona que creía que me merecía .En la adolescencia eso era algo muy simple porque siempre habían chicos dispuestos a romperte el corazón con mentiras deliciosas. Y como en verdad, las niñas de mi edad solo querían convertirse en mujeres y tener "hombres", era fácil encandilarnos.
Primero me enamoré del primero.
Algo que sí es verdad: El primero siempre es y será el primero. Es con el que aprendes a besar, es con en el descubres si te gustan los besos en el cuello o los mordiscos en la oreja. Es con el que manifiestas las primeras "mariposas en el estómago". Esas que no te dejan dormir ni pensar en otra cosa que no sea en él. Esas que te hacen sentir que estas soñando y te vuelven la persona más feliz del universo. El primero es el que marca el inicio de todos los retos amorosos que te dará la vida, pero no siempre el que acabará a tu lado cuando los superes todos. Con el primero aprendí el siginificado del amor, pero eso no significa que fue mi gran amor, que es lo que muchas mujeres confunden. Los días buenos con el primero eran los mejores días de mi vida y los días malos eran como la muerte en vida. Como casi toda historia romántica el principio siempre es celestial. Es como estar en las nubes y ver la Tierra sobre ellas, pero a medida que pasa el tiempo, la nube en la que te encuentras se vuelve gris y comienza a descomponerse por cambios desconocidos. Descubrí que era el mismo sentimiento que te daba el disfrutar de un día soleado, y de repente, por acciones divinas o naturales, encontrarte corriendo por la calle buscando un techo que protegiera tu pelo alisado por la lluvia. Era un sentimiento parecido al desconcierto, a la frustración y a la decepción. Era algo que ni él y ni yo podíamos explicar, solo aprender y mejorar con los años.
¿Y qué aprendí del primero? Aprendí que al principio era un gilipollas. Que era joven y que el sueño de un adolescente masculino era completamente diferente al sueño de una adolescente empedernida. Los chicos aspiraban a tener una lista de amores femeninos para alardear de una vida sexual activa y exitosa. A veces para conseguir el título que querían tenían que mentir sobre sus intenciones, tenían que fingir amar a alguien y prometerles amor eterno. Solo así conseguirían lo que ansiaban y buscarían otra víctima, sin importarle los sentimientos sinceros de la anterior. El proceso podía durar días, meses o incluso años. Pero con lo que no contaban, era con el hecho de que el amor mental, con el tiempo, se acostumbraba, y que al acostumbrarse se podía confundir con el amor del corazón. Un amor que en realidad desconocían por el engaño. Y es ahí cuando cambiaban y pagaban su furia con la otra persona, porque en verdad estaban furiosos con ellos mismos.
El amor mental del primero duró un año. Un año cargado de todo. Bueno... de casi todo.
Un día que me cansé le pregunté:
-¿Sabes lo que es amar a alguien?
-Sí, lo sé.- Me contestó.
-¿Cómo lo sabes?-Volví a preguntar riéndome de su anterior respuesta.
-Porque te amo a ti.
-¿Y cómo sabes que me amas a mí en vez de lo que quieres conmigo?
-No entiendo lo que quieres decir.-Dijo con indiferencia.
-Lo que quiero decir es que los chicos de tu edad os complicáis mucho la vida. Preferís mentir actuando como personas que no sois solo por amor. Pero ese amor no es hacia la otra persona, al contrario, es hacia vosotros mismos, algo que es totalmente comprensible.
-Ahora entiendo menos lo que quieres decir. Insinuas que no te amo, pero comprendes que no te ame. Lo que dices no tiene sentido...
-No. Comprendo que te ames a ti primero. Quizás ese es mi error, amarte a ti antes que a mí. Si mi amor por mi fuese más grande que mi amor por ti ahora solo estaría sufriendo por ti, pero como mí amor por ti es más grande, estoy sufriendo por los dos. Pero ese no es el punto... Lo que en verdad quiero decir es que los chicos sois unos cobardes. ¿Sabes cuando empezó a deteriorarse nuestra relación?
-Sí, cuando empezaste a quejarte de que había cambiado. Lo que no quieres entender es que los dos hemos cambiado. Dentro de unos años dejaremos de ser adolescentes y debemos prepararnos para la vida adulta.
-¿Te ves en esa vida adulta conmigo? Y antes de que contestes..., esa no fue la razón de nuestro deterioro. La razón es tan simple como esta: Todavía no hemos hecho el amor.-Sentí una mirada de terror en sus ojos.-La última vez que lo hablamos nuestras voces retumbaron en toda la habitación y tú para descargarte hiciste el amor con otra persona.
-¿Y eso a que viene ahora? Te dije que fue un error y que no volvería a pasar y tú me perdonaste. Lo hablamos y lo solucionamos.
-Sí, solucionamos esa situación, pero no la nuestra. Tu sigues pensando en el sexo como algo esencial para nuestra relación y yo sigo diciendo que a pesar de que quiero hacer el amor contigo, siento que no estoy preparada para ser una mujer.
-Niguna mujer está preparada para ser una mujer, ni para ser madre, esposa o amante. Niguna mujer está preparada para independizarse, para comerse el mundo sola, ni para dejar la adolescencia. Pero es algo que tarde o temprano pasará y es algo que a veces hay que forzar que pase para enfrentar antes los retos de la vida.
-Pero ni tú ni yo sabemos cuales son los retos de la vida. ¿Por qué tengo que prepararme para algo que no sé?
-Porque así es la vida. Los humanos nacen, crecen física y espiritualmente, se casan para reproducirse, crían a sus hijos para asegurarse de que vivan una vida mejor que la de ellos y luego mueren. Así han funcionado siempre las cosas y así deben seguir funcionando.
-Tienes razón; así funcionan las cosas. Pero nuestra relación nunca funcionó así. Me ha tomado mucho tiempo pensar en esto, así que empezaré desde el principio. Al principio, creías que una virgen caería ante tus encantos en las primeras semanas de conocernos. Con el tiempo viste que no. Supiste que se trataba de una virgen que buscaba a su príncipe azul y ese príncipe azul tenía que merecerla. Aguantaste seis meses, que fueron los más felices de nuestra relación y luego pensaste que ya era hora de dar un paso más, que es cuando te dije que no estaba preparada. Lo intentaste mes tras mes y yo seguía pensando lo mismo. Al principio te resignabas sin discutir, pero con los meses te ibas enfadando más y más, pero nunca me dejaste. ¿Sabes por qué?
-Continúa, por favor.
-Porque para tu mente se convirtió en un reto.
-¿Estas diciendo que el amor no tuvo nada que ver?
-Sí. El amor tuvo mucho que ver, pero el amor por ti, que es casi lo mismo al egoísmo. Tú amas el hecho de que algún día nos acostaremos y yo no sé porque siento que cuando lo hagamos nuestra relación se finalizará sin más, es por eso que no puedo dejar que pase. Lo que nos mantiene unidos es el hecho de que aún no hemos culminado nuestra relación y también mi amor por ti.-Me había pasado noches enteras pensando en cómo lo diría y cómo decirlo me haría sentir y había acabado llorando cada una de esas noches. Pero en ese momento me sentí más fuerte que nunca y solo dejé que las palabras fluyesen de mi boca con todo el amor del mundo.
-Tú aseguras que no te amo, pero pretendes que me crea tu amor por mi. ¿Cómo sé que todo esto no es más que un truco para dejarme?
-Porque no tengo por qué mentirte. Cuando nuestras vidas se separen, yo seré la que continuará con la búsqueda del príncipe azul. Para ti solo será una decepción no haber cumplido con tu reto, pero seguirás libremente con tu vida.
-Entonces me estas dejando...
-No, estoy dejando que la vida decida por nosotros. A lo mejor con esto, tú verdaderamente te enamorarás de mí y yo conseguiré enamorarme de mí. O a lo mejor, esto es lo que tenía que pasar...
-Bien. Acepto que me dejes, pero antes déjame decirte el verdadero deterioro de esta relación: Las relaciones son como pirámides alimenticias, hay que alimentarlas para avivarlas. Nuestra relación fue juvenil, pero no por eso siginifica que fue menos que otra. Esta el amor, la pasión, la diversión, la ilusión y el sexo. Solo así consegurás mantener la pirámide firme. Y no solo eso, resulta que, el sexo es la base de la pirámide, y sin base no hay control, sin control no hay precisión y sin precisión no hay pirámide. Bufff, se esfuma. Una persona se cansa de esperar y cuando se cansa poco a poco se va el amor, la pasión, la diversión y la ilusión... Todo se convierte en polvo.
-Estas admitiendo que se te fue el amor por mí.
-No, solo te estoy diciendo que si me hubieses amado tanto como dices, hubieses luchado por mantener la pirámide firme. El problema es que te enfocas en pensar en las consecuencias futuras de tu presente, cuando lo único que deberías hacer es dejarte llevar. Recuerda que nunca aprenderás sin sufrimiento.
Capítulo 2
Esa fue nuestra última conversación como pareja. Después de ese día dejé que la vida hablase por si misma, pero aún rezando que nos volviese a unir en cuerpo y alma algún día. Nunca sucedió, y durante un tiempo llegué a pensar que el primero tenía razón: que en realidad tenía miedo de las consecuencias de los errores que podía cometer en el presente y eso era lo que me hacía ser tan drástica. Así que unos meses después volví a buscarle para darnos una segunda oportunidad, pero el primero ya estaba lejos. Muy, muy lejos de nuestra historia. Y el hecho de que nunca volviera y se olvidara tan pronto de mí solo confirmó mis sospechas más temibles: que en realidad era amor mental lo que sentía por mí y no el amor del corazón que siempre esperé. En las historias de amor verdadero, el amor es recíproco y eso significa que en algún punto de una separación, los dos tendrán las mismas ganas de intentarlo de nuevo. Me di cuenta de que mi historia nunca había sido una verdadera historia de amor porque no había sido cosa de dos. Reflexioné sobre mi decisión de finalizar con nuestra relación. Pensé: ¿Por qué lo había hecho si pretendía volver con él? No hallé la respuesta, al contrario, se crearon más dudas en mi cabeza. Cuando una persona ama a alguien hace lo imposible para estar con esa persona. Lo imposible significan muchas cosas: Significa darlo todo de sí sin recibir nada a cambio, creer las mentiras del corazón y apartar las de la mente para encontrar un tipo de paz interna, que con el tiempo se llena de soledad al no ser rellenada de amor por la otra persona. Significa luchar hasta por las batallas perdidas. Seguir creyendo que todavía se puede ganar la guerra. "A lo mejor esto hará que me ame" Y volver a sacrificar lo sacrificado por ser correspondida. Hacer lo imposible por una persona es tragarse el orgullo. Es quitarse los miedos. Es construir la pirámide peldaño por peldaño hasta el final y mantenerla firme.
Si hubiese amado tanto al primero hubiese hecho el amor con él solo por el miedo a perderle. Porque eso es lo que hacen las personas enamoradas: prefieren complacer a otras por encima de su bienestar.
Si hubiese amado tanto al primero no hubiese perdonado su infidelidad. ¿Cómo es posible que compartirse con otra persona lo que todavía no había compartido conmigo? Fue una falta de respeto, pero aún así le perdoné. Entendí que el sexo para los hombres era más que amor. Era una necesidad. Entendí que por lo tanto, el primero nunca iba a ser mi príncipe azul; porque los príncipes azules solo se casaban con princesas. Y las princesas, por amor, hacían hasta lo imposible por sus príncipes. Se volvían mujeres.
Para el primero no fui una mujer. Solo fui una niña con ideas absurdas.
Llegué a la conclusión de que una mujer necesitaba a un hombre y el primero, definitivamente, no lo había sido. ¿Por qué las personas esperaban más cosas de otras que de ellas mismas?
No puedes pedir un buen trabajo sin buenos estudios. No puedes pedir respeto sin haber respetado a alguien. Al igual que no puedes pedir una mujer sin ser un hombre.
El primero me había reprochado que yo no había luchado por nuestra relación. "No había mantenido la pirámide firmé", pero él tampoco lo había hecho. Mientras que preparaba mi cuerpo física y mentalmente para el acto sexual, el primero podría haber construido una base provisional para mantener la pirámide, pero en vez de eso, solo se dejó llevar por la angustia de la espera.
¡Éramos jóvenes!
Hablaba de una vida futura (no me quedó claro si se refería conmigo) y pretendía construir la pirámide en dos días. Ni los antiguos egipcios se apresuraban tanto. Además, era absurdo comparar una relación con una pirámide. Esas dos cosas no tenían nada que ver, ni siquiera metafóricamente. El primero solo lo puso como excusa, para ocultar lo que yo ya sabía: que no me quería.
Primero pasé por la fase del dolor. Solo pensaba en él y en los momentos que habíamos vivido juntos. Pensaba en nuestra primera cita. Lo diferente que había sido todo desde entonces. Me autoculpaba. Juzgada todo lo que podría haber hecho mal. La persona que termina la relación siempre es la que se siente más culpable. Sobretodo cuando se siente forzada a hacerlo. Pensaba en cómo hubiesen transcurrido las cosas si hubiese seguido en el dulce engaño. ¿Hubiese acabado complaciéndole? ¿Hubiese terminado él conmigo? A los dieciséis años había mucho por explorar. Pensé que el haberle dejado solo le había enseñado la realidad. Esa teoría sobre el amor mental que defendía. Ahora era libre. Podía buscar la base del amor con otras personas. No tenía por qué actuar como el príncipe azul de ninguna. Habían muchas princesas ahí afuera. Princesas que no les daba miedo nada. Princesas que estabam dispuestas a todo. Princesas que querían volverse reinas. Princesas cargadas de amor. Yo estaba vacía por dentro. Mi amor propio a penas florecía. Cuando te desilusionas amorosamente no solo te desilusiona el hecho de no tener a la otra persona, si no que también te desilusiona el hecho de no haber podido retener a esa persona. Es cómo a la hora de seducir a alguien. Si no consigues llamar su atención te preguntas que has hecho mal, en vez de qué no has hecho.
La fase del dolor también involucra la tristeza. No comes, no duermes, no estudias. Solo lloras, te autoculpas, vuelves a llorar, piensas en el pasado y en las decisiones que no escogiste. Alteras el pasado en tu mente e imaginas un presente mejor. Todo lo haces como si fueras adivina. Cómo si en verdad podrías haberlo evitado. La fase del dolor es la que más me duró. Incluso llegué a pensar que el corazón acabaría explotándome del pecho y convirtiéndose en pedazos. Todo era: "Él, él, él, él, él él y él." Cuando veía a una pareja besándose nos veía a él y a mí, cuando escuchaba una canción de amor, nos escuchaba a él y a mí. Encima en esos tiempos todas mis amigas acababan de perder su virginidad con sus príncipes azules y no hacían más que contar la experiencia una y otra vez. Me pregunté que hacían ellas para que su sexualidad brotara de esa manera tan salvaje y se enfrentara ante toda adversidad.
-¿Alguna vez te has tocado?
-No.
-¿No te has explorado ahí abajo?
-No.
-¿Tampoco te has tocado las tetas?
-Bueno...sí, pero no incitando nada sexual.
-¿Y que hicisteis durante un año?
-Besos, caricias y pequeños juegos.
-¿Qué tipo de juegos?
-Hmmm, a veces me metía la mano por debajo de la camiseta o me tocaba el trasero.
-¿Y ya está?
-Sí.
-Es normal que le espantases. Los hombres desarrollan los apetitos sexuales antes que las mujeres. Tienes que verlo de esta forma: a los treinta años imagínate saliendo con un hombre que aún vive en la casa de sus padres. ¡Y lo que es peor! Imagínate que en realidad no tiene la intención de independizarse. ¿Cómo te sentirías al respecto?
-No sé... depende de que haga en la casa de sus padres. Si es un hombre trabajador, independiente dentro de la situación, de esos que consideran a la familia como una prioridad, estaría encantada con él. Pero si es de esos hombres cómodos, sin aspiración. De los que no han querido independizarse porque les gusta el hecho de que sus padres les sigan haciendo de todo. Hasta la colada. Seguramente acabaría dejándole.
-Exacto. ¿Le esperarías?
-No. A los treinta años ya tendría que saber que pocas mujeres le tomarían enserio. Pero ¿Esto que tiene que ver con la sexualidad?
-Tiene mucho que ver. Las mujeres maduran antes que los hombres y los hombres desarrollan el apetito sexual antes que las mujeres. Si a los treinta años tuvieras la opción de estar con alguien mentalmente maduro lo elegirías. Si a los dieciséis años ellos tuvieran la opción de estar con alguien que se comprometa a complacerles sexualmente también lo elegirían. Todo es un balance, lo único que difiere es la edad y los tiempos.
-Eso tiene sentido, pero no cuando hablamos del amor. El amor rompe todas las barreras. El amor hace la espera menos larga. El amor no mira por uno ni por otro, si no por los dos. "Puede ser que no soy del todo feliz contigo, pero sería más infeliz sin ti" Eso es lo que hace el amor: combina tu felicidad con la de la otra persona...
-Entonces no sé porque estas sufriendo... Tú no estas enamorada. Si lo hubieras estado, no le hubieses dejado. Hubieses esperado a que él te dejara a ti. Si hubieses estado enamorada hubieses hecho el amor con él. Si hubieses estado enamorada hubieses dejado que te tocara. No sé qué es lo que sientes, pero no es amor.
-Yo también he llegado a esa conclusión, pero entonces si no es amor ¿Por qué siento que mi corazón esta muriéndose sin él? ¿Por qué no duermo por las noches si no es con su recuerdo? ¿Por qué cada vez que pienso en el amor veo su rostro sonriente? Si no es amor, entonces qué puede explicar esto.
-Todavía somos jóvenes, creo que el tiempo es el único que te puede dar respuestas. Mientras tanto, explora tu cuerpo, enciende la llama de la sexualidad en el y conócete. Tú piensas que lo sabes todo, pero en realidad no sabes nada. La sexualidad es otro mundo y ese mundo esta lleno de cosas increíbles y cosas desagradables. Date la oportunidad de sentir lo que siente una mujer. Sé que da miedo y verguenza, pero es la única forma de arreglar tus problemas.
-Siento que piensas que estoy obsesionada con el sexo, pero en realidad no es así. Me da miedo, sí. Pero como todo lo nuevo: da miedo hasta que lo pruebas. No quiero explorar la sexualidad solo porque mi ex-novio y todos los chicos de mi edad busquen mujeres que sirvan solo para complacerles o porque a ti te haya hecho sentirte mujer. Él habla de pirámides y tú hablas de sexualidad como si tuviera algo que ver con el amor, que es mi verdadero problema. Que explore mi cuerpo no hará que deje de quererle ni que deje de sufrir, así que agradezco tus consejos, pero prefiero seguir con mis principios.
Caminé de mal humor por la plaza de mi ciudad y me di cuenta de que había pasado a la fase de la fase del dolor a la fase del enfado.
Todo el dolor se había ido, ahora solo me quedaba resentimiento y ansias de venganza. Estaba furiosa con el primero. Estaba furiosa con mi amiga. Estaba furiosa con el mundo. ¿Por qué tenía que aceptar la vida tal y cómo era? "Si quieren sexo, dales sexo" "Si quieren hijos, dales hijos" ¿Que había de lo que yo quería? Yo quería paciencia, quería confianza y quería amor verdadero.
-Hija mía el amor verdadero solo existe en las películas.
-Todo lo que se ve en las películas es un reflejo de los actos en la vida real, incluso lo más fantástico e irreal.
Si en las películas las mujeres llegaban a casarse con el hombre de sus sueños eso quería decir que en la vida real se podía conseguir. Quizás de forma más difícil y diferente, pero podía llegar a pasar. Mi corazón dejó de sufrir y mi mente se llenó de un tipo de alegría mezclada con odio. Empecé a pensar que era mejor persona que el primero, y por lo tanto, me merecía a alguien mejor. Empecé a echarle la culpa al primero por todo lo que ocurrió en nuestra relación. La deterioración la comenzó él. La infidelidad la causó él. La pirámide no la terminó él. Y a pesar de todo el amor que dijo que sentía por mí nunca volvió.
Es increíble. En la fase del enfado es cuando una persona comienza a albergar amor propio dentro de su ser. ¿Si no por qué le echaría solo la culpa a él?
Empecé a creerme todas mis fortunas: "Soy atractiva. Soy inteligente. Soy interesante... Cualquier príncipe caería a mis pies."
Si el primero no había sabido valorarme otra persona lo haría y más tarde estaba convencida de que el primero volvería. Los chicos adolescentes tendían a volver cuando se sentían amenazados por las chicas de mi edad. No volvían realmente por amor, sino por su hombría. Cuando otras personas te veían mejor, eso les hacía plantearse el por qué te habían dejado escapar. Y luego, y con más intensidad, luchaban por recuperarte.
Mi madre siempre decía que a los hombres había que hacerles sufrir de vez en cuando para recordarles quién era la razón de su sufrimiento.
Si sufrían por ti eso significaba que te amaban de verdad.
Y eso fue lo que me propuse. Iba a hacer que el primero se arrepintiera toda la vida por haberme engañado.
Ese es uno de los puntos en contra de la fase del enfado; que a pesar de darte el valor que te mereces te sigues sintiendo engañada y usada. A pesar de todos los momentos felices que te brindó la otra persona, crees que todo fue una pérdida de tiempo.
"Podría haber conocido a otra persona" "Podría haber hecho otras cosas"
Lo dices cómo si en ese momento hubieras sabido qué decisión era la mejor.
Estaba convencida de que existía esa persona que esperaría a que estuviese preparada para entregarme en cuerpo y en alma. Solo era cuestión de tiempo.
Sí, estaba de acuerdo con eso último: solo el tiempo me daría las respuestas.